En el actual contexto que acentúa diversas formas de feminismo y, en medio de una cultura que reclama el equilibrio de los sexos, más allá de las creencias y religiones, aparece una y otra vez una personalidad femenina enigmática, que desborda su tiempo y cultura de origen: María, la joven nazarena, madre de Jesús, el Cristo.
Los católicos la veneran por ser la madre del hijo de Dios; los cristianos, en general, la reconocen como la gran discípula; judíos y musulmanes le conceden un lugar privilegiado; culturas ancestrales de América Latina vieron en ella a la Pachamama, por ser la madre que engendra toda forma de vida. Algunos grupos feministas aún no han sabido reconocer su importancia y prefieren callar antes que “enredarse” con ella.
Judía de origen, supo ir más allá de las limitaciones que su religión le presentó y se mostró como una mujer a la vez fuerte, inteligente y amorosa, superando a las figuras de Judith, Raquel y Sara...
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